De acuerdo con DeSmog, los representantes de grupos industriales y empresariales han duplicado su presencia en la última cumbre de la ONU sobre biodiversidad. Este hecho parece abonar a la sospecha de que están teniendo cada vez más influencia en las conferencias de la ONU.
A pesar de haber alcanzado algunos avances significativos, las conferencias de la COP16 de este año, que se celebraron en Cali (Colombia) –cuyo objetivo era revertir el drástico declive mundial de la vida vegetal y animal– concluyeron de manera desastrosa el 2 de noviembre. An Lambrechts, de Greenpeace, se quejó de que los avances para proteger los ecosistemas del mundo, en un inminente peligro, se habían estancado tras un “lobismo empresarial sin precedentes”.
El análisis de DeSmog muestra que los asistentes de las corporaciones que estuvieron presentes en la COP de biodiversidad de este año, rompieron un récord de asistencia, pues fueron aumentando en número desde la cumbre que se llevó a cabo hace dos años, hasta alcanzar un total de 1.261 delegados.
El aumento de delegados de la industria fue proporcionalmente mayor que el de asistentes en general, pues este año aumentó un 46%. Los bancos fueron el sector mejor representado, alcanzaron los 124 delegados. Entre los bancos asistentes se encontraban más de la mitad de los 30 que un informe, publicado en octubre, señaló como los mayores inversores de la deforestación. En segundo lugar se encuentran las empresas de combustibles fósiles, con 40 representantes.
También se documentó un aumento significativo de representantes de las grandes empresas agrícolas y de alimentos, como Nestlé, Pepsico y Cargill, cuyos delegados sumaron 33, casi el doble de los que se presentaron en la COP15.
La presencia de la agroquímica y de aquellas industrias que se dedican a la venta de semillas, aumentó también. Sus delegados aumentaron 40% y 24% respectivamente, en comparación con la COP15. A la COP16 también asistieron representantes del sector farmacéutico, quienes se opusieron abiertamente a los impuestos que pensaban gravarse para acceder al código genético de la naturaleza.
Los grupos agroquímicos y biotecnológicos, como Syngenta, BASF y su grupo de lobistas Croplife, disfrutaron de un acceso privilegiado a las negociaciones en Colombia, pues formaron parte de delegaciones de países como Brasil, México, Suiza y Canadá.
Los datos de DeSmog también revelan un creciente interés en la protección de la biodiversidad por parte de las grandes empresas tecnológicas –como Amazon, Google y Microsoft –, quienes ven una oportunidad de negocio en los enormes volúmenes de datos que pueden ser necesarios para medir y proteger la naturaleza reservada para su preservación.
Los delegados que trajeron algunas empresas eclipsaron a las delegaciones de los países del Sur Global, quienes albergan la mayor extensión de territorio mejor preservado. Por ejemplo, la multinacional alemana Bayer sumó 12 delegados, mientras que Etiopía, país de África Oriental con una gran biodiversidad, sólo alcanzó cinco.
Un mapa de la participación de la industria en la COP16, elaborado por DeSmog, reveló en octubre que poderosas asociaciones industriales y multinacionales –de los sectores agrícola, farmacéutico, financiero, minero y de los combustibles fósiles– tenían muchas vías para influir en los resultados de la cumbre. Muchas de estas empresas están acabando con el mundo natural y han hecho lobby, constantemente –y con éxito–, para que no se consoliden normativas que pudieran obligarlas a cambiar su modelo de negocios.
Ioannis Agapakis, abogado del programa de vida silvestre y hábitats de la firma ClientEarth, consideró que la presencia empresarial en esta cumbre era mucho más significativa que en años anteriores
“Lo que se ve aquí son dos COP –dijo. Una a la que han llegado representantes de intereses muy poderosos para hablar de cómo legitimar la destrucción que están causando, y otra a la que acuden los representantes indígenas para hablar de las violaciones a los derechos humanos que están padeciendo y de la destrucción de la biodiversidad a la que se enfrentan como consecuencia de esa destrucción”.
La ONU declaró que es importante, también, llevar los intereses privados a la mesa de negociaciones. “Se trata de la mayor representación corporativa en una COP del Convenio de Diversidad Biológica (CBD)”, declaró David Ainsworth, responsable de comunicación del CBD de la ONU, a The Guardian, (en un artículo que también se incluye en la investigación de DeSmog). “El aumento de la presencia de cualquier grupo en nuestras conferencias, demuestra cómo ha aumentado el interés en la agenda sobre biodiversidad”.
El lobby de los pesticidas y la biotecnología
Brasil,Canadá, México y Suiza trajeron compañías y lobistas como miembros de las delegaciones de su país, con lo cual otorgaron acceso directo a los representantes de los pesticidas y la biotecnología a las negociaciones.
La investigación realizada por DeSmog reveló que el mayor número de delegados empresariales, incluidos dos miembros del poderoso grupo comercial de pesticidas Croplife, acudió con Brasil. A este número se sumaron ocho miembros de la asociación nacional de comercio de biotecnología del país.
Canadá también llevó a un delegado de CropLife; dos representantes de la empresa de pesticidas BASF acudieron con México, y la empresa de pesticidas y semillas Syngenta fue parte de la delegación suiza.
En conjunto, las empresas y organismos comerciales que representan a los sectores de pesticidas, biotecnología y farmacia aumentaron su presencia e interés en las conferencias en un 20%. Durante este año, en las conferencias de la ONU, se impulsó enormemente una iniciativa para tasar cuánto se debe cobrar a las empresas por el uso de datos genéticos, conocida como Información digital sobre secuencias de recursos genéticos o DSI, por sus siglas en inglés.
Actualmente, el código genético de la flora y la fauna del planeta se utiliza para desarrollar una gran cantidad de productos comerciales –desde medicamentos innovadores hasta ingredientes para detergentes–, pero a las empresas solo se les pide que hagan donaciones voluntarias por utilizarlo.
Los negociadores de la COP16 dieron pasos importantes para obligar a compartir los beneficios del DSI con las comunidades donde se encuentra este código genético. También se acordó que las grandes empresas que lo utilicen contribuyan con un impuesto del uno por ciento sobre los beneficios (o el 0,1 por ciento de los ingresos que obtengan), y que ese dinero se canalicen al “Fondo Cali”, de nueva creación, que espera recaudar 1.000 millones de dólares para los esfuerzos de conservación y las comunidades indígenas.
Retrasos y ambigüedades
A pesar de estos avances, miembros de distintas campañas afirman que el acuerdo establecido en la cumbre contiene varias lagunas que pueden minar su eficacia, la principal de ellas es que el pago del impuesto sigue siendo voluntario. Los debates sobre el DSI continuarán el año que viene, en ellos se definirá si el impuesto se aplicará a los beneficios o a los ingresos, ya que estos últimos suponen un potencial de recaudación mucho mayor.
“Si el fondo de Información digital sobre secuencias crece hasta un punto porcentual mayor y las empresas se hacen responsables de cumplir con el acuerdo, las reglas del juego van a cambiar”, afirmó Glenn Walker, de Greenpeace Australia Pacific.
Añadió que es de suma importancia que, en el futuro, las negociaciones estén libres de la “intensa presión que ejerce la industria”. “Este tipo de lobismo empresarial antagónico no debe tener un lugar en las conferencias sobre la naturaleza de la ONU”, dijo.
Los observadores también compartieron con DeSmog que el lobismo ejercido por el grupo de pesticidas Croplife había bloqueado un acuerdo sobre el Marco de seguimiento de la COP16, el conjunto de métricas que se utilizarán para calcular el éxito que tienen los esfuerzos para proteger la biodiversidad.
Jago Wadley, de la Red de Acción en Plaguicidas del Reino Unido, declaró que el grupo comercial trabajó mucho para bloquear la adopción de un sistema de medidas para calcular la toxicidad acumulativa que pueden tener los plaguicidas. Según Wadley, esto impidió llegar a un acuerdo sobre el Marco de seguimiento hasta los últimos momentos de la cumbre, cuando se puso fin a los debates por falta de quórum.
“Las compañías de pesticidas asisten a las COP sobre biodiversidad para proteger sus intereses y harán todo lo posible para terminar con cualquier esfuerzo que hagan los gobiernos por acordar reformas significativas”, afirmó Wadley. “Su presencia obstaculiza enormemente el progreso de cualquier iniciativa y silencia las voces de científicos independientes, comunidades afectadas y empresas que promueven soluciones más sostenibles”.
En palabras de un portavoz de Croplife, “El sector privado tiene un papel y una responsabilidad cruciales en la implementación de los acuerdos del Convenio de Diversidad Biológica de la ONU, pues deben trabajar para desarrollar y aplicar soluciones agrícolas escalables y sostenibles que preserven la biodiversidad, mitiguen el impacto climático y proporcionen alimentos suficientes a quienes los necesiten”.
Por su parte, un portavoz de la empresa de pesticidas BASF declaró: “Creemos que la mejor forma de salvaguardar la biodiversidad es uniendo esfuerzos. En lo que respecta específicamente a la COP sobre biodiversidad, nos consideramos parte de ella y queremos desempeñar el papel que nos corresponde en la creación de un sistema agrícola equilibrado que minimice el impacto sobre la biodiversidad al mismo tiempo que produce alimentos y cultivos de alta calidad”.
La asistencia de la Banca
El sector financiero fue el que tuvo mayor presencia en la cumbre de Cali. En total, asistieron 124 representantes del sector bancario, entre ellos el mayor banco estadounidense, JP Morgan, que trajo diez delegados, cuatro del británico HSBC y tres del neerlandés Rabobank, uno de los principales inversores de la agricultura industrial.
JP Morgan –el patrocinador mundial número uno de la industria del petróleo, el gas y el carbón, de acuerdo con el grupo de campaña Rainforest Action Network– fue una de las instituciones que asistieron este año por primera vez a la COP, en un momento en el que agentes financieros muy poderosos están buscando “monetizar la biodiversidad”, usualmente, mediante la creación de nuevos mercados de compensaciones para la biodiversidad o mediante la promoción de productos financieros verdes.
Martyna Domniak, del grupo de defensa Stand.Earth, cuestionó la presencia en la cumbre de instituciones financieras que invierten activamente en empresas que promueven la pérdida de la biodiversidad. Gracias a un reciente informe de Stand.Earth, seis bancos privados fueron identificados como los que financian, principalmente, la explotación de petróleo y gas en la Amazonia, esos mismos bancos estuvieron presentes en la COP16.
Esta activista de Stand. Earth afirmó: “Las instituciones financieras presentes en la cumbre hablan de ‘soluciones positivas para la naturaleza‘, pero ninguna de ellas menciona la verdadera solución: dejar de financiar a los combustibles fósiles y a los causantes de la deforestación”.
Dominiak comentó que había observado que Santander “hablaba de cambiar la narrativa, de cambiar el sistema y de cambiar la economía” en la COP16. “Por supuesto que estoy de acuerdo con eso, pero el mismo banco que lo está diciendo es en realidad uno de los que da más dinero a la industria de los combustibles fósiles, a la de carne de vacuno, de la soya y otros grandes impulsores de la deforestación en Europa”, dijo. “Hay mucha hipocresía en esas declaraciones”.
Frederic Hache, del Observatorio de Finanzas Verdes, afirmó que las disputas de la COP16 sobre cómo recaudar el dinero que necesitan los gobiernos del Sur Global para proteger la naturaleza –unos 700.000 millones de dólares anuales– pueden acabar beneficiando a la industria financiera y a los sectores responsables de los daños a la naturaleza.
En concreto, la idea de un “déficit en el financiamiento” de la biodiversidad sitúa al financiamiento privado en un papel más importante y ha alejado el debate acerca del origen de la destrucción de la naturaleza. Hache señaló la necesidad de redirigir los 500.000 millones de dólares en subvenciones públicas a industrias perjudiciales como los combustibles fósiles y la agricultura industrial, un tema que apenas se trató en Cali, aunque se había acordado que se abordaría en la cumbre anterior.
En palabras de un portavoz de Santander: “Nuestras decisiones para otorgar financiamientos se adhieren a un estricto marco político que se ajusta a toda la normativa medioambiental existente. Llevamos a cabo la diligencia debida en todas las decisiones de préstamo sujetas a nuestra política que podrían afectar a la biodiversidad, y participamos activamente en varias iniciativas del sector para proteger el medioambiente. También trabajamos proactivamente con clientes, así como con otros bancos, gobiernos, reguladores y otras instituciones para ayudar a mejorar las prácticas, reconociendo que se trata de un reto muy complejo que requiere una respuesta multifacética y multilateral”.
Las grandes industrias tecnológicas están dentro
El análisis sobre los delegados, que realizó DeSmog, también mostró un creciente y nuevo interés por parte de los gigantes tecnológicos, deseosos de involucrarse en la protección de la biodiversidad, un campo con mucho potencial para monitorear, registrar y almacenar grandes cantidades de datos
DeSmog encontró que asistieron 11 representantes de las diez principales empresas de software este año a la cumbre sobre biodiversidad, entre ellos tres miembros de Google, seis de Microsoft y dos de Amazon, el mayor proveedor de servicios en la nube. También asistieron nueve representantes del Fondo Bezos para la Tierra, una fundación enfocada en el uso de la tecnología que es operada por el fundador de Amazon.
Los principales objetivos del Convenio sobre la Diversidad Biológica –proteger el 30% de la tierra y los océanos del mundo– probablemente involucren un alto nivel de medidas y datos precisos. Las empresas como Amazon y Microsoft, que almacenan inmensas cantidades de datos en sus servicios en la nube, ven en este hecho muchas oportunidades de negocio.
Jim Thomas, de Amigos de la Tierra, describe la necesidad de reunir, procesar y analizar datos –desde suelos, agua y tejidos vegetales, hasta el conteo de especies invasoras o la cubierta forestal– como “la Navidad” para las empresas tecnológicas.
“Están considerando los retos de la conservación de la biodiversidad como una serie de problemas tecnológicos que se deben ‘reparar’, en vez de considerarlos problemas políticos, de derechos humanos y socioeconómicos que deben abordarse mediante la regulación y la protección”, explicó, añadiendo que el convenio sobre la biodiversidad fue “una oportunidad para que las empresas más grandes del mundo se hagan aún más ricas y poderosas”.
Además de las oportunidades de negocios para almacenamiento de datos, los gigantes tecnológicos como Google y Microsoft son los principales actores en un campo emergente llamado “biología generativa”, que usa la IA para diseñar nuevos genomas, virus y proteínas.
Un portavoz de Amazon dijo: “Amazon está comprometida con proteger el mundo natural e invertir en iniciativas de conservación y restauración que apoyen la biodiversidad. Enviamos una pequeña delegación de nuestro equipo de sustentabilidad a la COP16 para entender cómo los sectores privado y público pueden trabajar mejor juntos”.
Las COP sobre biodiversidad, que surgieron en la Cumbre de la Tierra celebrada en Río de Janeiro en 1992, históricamente han tenido el enfoque de tener precaución con respecto a las nuevas tecnologías. Generalmente se crean grupos de expertos para ‘explorar el horizonte’ en busca de amenazas potenciales y acordar directrices de supervisión y moratorias, Thomas considera que esta precaución ha sido sustituida por el “giro hacia la utopía tecnológica” que se presentó en la cumbre de Colombia.
Las empresas tecnológicas consideran que el papel de los datos y la IA en los esfuerzos de protección a la naturaleza es mayor, pero no todos están de acuerdo. Los servicios en la nube tienen una huella ambiental enorme. Tan solo en 2022 generaron la misma cantidad de emisiones que la industria de la aviación.
Juan Bay, líder de la nación indígena waorani de Ecuador, tampoco está tranquilo al ver que los comerciantes y bancos tratan de aprovecharse de esta situación.
“La tecnología, al igual que los satélites, tal vez sea útil para supervisar, pero puede traer problemas”, asegura. “Es gracias a nosotros que la naturaleza está intacta. Los pueblos indígenas son quienes hemos garantizado la protección del Amazonas, con nuestro conocimiento y comprensión; la tecnología avanzada no ha protegido ni salvado a la naturaleza, solo ha traído destrucción y muerte”.
Bay tiene una contrapropuesta: la creación del fondo Yasuní, un plan de inversión de $3 millones de dólares dirigido a 3,500 miembros de la comunidad waorani para ayudar a poner fin a la extracción de petróleo y gas en su territorio y apoyar el desarrollo centrado en la comunidad.
Más cercas, más protección
Otros sectores que desde hace tiempo son habituales en las COP sobre biodiversidad también aumentaron su número este año.
Los delegados del sector del petróleo y el gas, por ejemplo, aumentaron un 11%, hasta alcanzar un total de 40 grupos de lobistas, incluidos representantes de ExxonMobil y Shell. Muchos de ellos llegaron a través del grupo de la industria del petróleo y el gas Ipieca, presente en las COP sobre biodiversidad desde que comenzaron, hace tres décadas.
Un portavoz de Shell declaró: “Un pequeño número del personal de Shell asistió a la COP16 para recabar información externa, comprender la evolución de las políticas y fortalecer los vínculos”.
Las cifras globales calculadas por DeSmog para los sectores empresariales son estimaciones conservadoras. La metodología de DeSmog incluyó la búsqueda de las mayores empresas (diez y veinte por cuota de mercado) de los sectores que utilizan la naturaleza y que tenían interés en los resultados de la cumbre de este año, así como de los grupos comerciales de su sector. Los sectores analizados fueron la agricultura, la industria farmacéutica, la biotecnología, la minería, los combustibles fósiles y las grandes empresas tecnológicas.
Otras empresas destructivas que estuvieron presentes, pero que quedaron fuera del ámbito del análisis de DeSmog, fueron Suzano, una de las principales empresas de la industria de la pasta y el papel, que provoca la destrucción de bosques a gran escala. También asistieron cuatro delegados de la mayor cementera del mundo, Cemex, con la iniciativa corporativa Wildlife Habitat Council, que se registró como organización no gubernamental.
En el ámbito de este análisis, no se incluyeron en el estudio los grupos empresariales nacionales o regionales provenientes de grupos comerciales mixtos como el Consejo Empresarial Mundial para el Desarrollo Sustentable (WBCSD) y la Cámara de Comercio Internacional.
No obstante, algunos de estos grupos empresariales mixtos, como el Consejo Keidanren para la Conservación de la Naturaleza (KNCC) de la Cámara de Comercio japonesa, hicieron lobby. El KNCC aportó 46 delegados, además de presidir un pabellón de la COP16, y oponerse públicamente a la imposición de una tasa obligatoria a las empresas que utilizaran la información digital de secuencias con fines comerciales.
El análisis de DeSmog también incluyó echar un vistazo a los participantes oficiales registrados en la Zona Azul de la COP, y notó que, entre otras empresas presentes, únicamente en la Zona Verde (a la que cualquiera puede asistir sin credencial) figuraba Meta, así como decenas de empresas mineras.
Anne Maina, coordinadora nacional de la asociación sin ánimo de lucro The Biodiversity and Biosafety Association of Kenya (BIBA-Kenia), declaró que en las delegaciones africanas pudo distinguir a funcionarios gubernamentales que tienen estrechos vínculos con la industria, así como a estudiantes que reciben financiamiento de las grandes empresas y, por lo tanto, “siguen el juego de la industria”.
En palabras de la secretaría del CDB: “En la COP16 se registró un número de inscripciones mucho mayor y una participación más diversa que en COPs anteriores. La acreditación y el registro de observadores, incluidos los representantes de la industria, se llevan a cabo de conformidad con el reglamento y las decisiones pertinentes de la Conferencia de las Partes”.
En la lista oficial no quedaba clara la afiliación empresarial de algunas personas. Jim Thomas afirmó que se necesita mejorar la custodia de estos eventos: “Necesitamos investigaciones mucho más sólidas y que salgan a la luz las formas en que la industria trata de influir y obstruir los resultados en el marco del Convenio sobre la Diversidad Biológica y otros acuerdos multilaterales”, afirmó. “Tiene que haber más cercas que eviten la entrada a cualquier influencia empresarial”.
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