The original version of this article appeared in English on DeSmog on 28 October 2024
Bajo un cielo tropical que amenaza con tormentas y, en medio de advertencias cada vez más serias sobre el precario estado de los ecosistemas del planeta, la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Biodiversidad se realiza en Colombia.
La cumbre de este año, conocida como COP16, es la continuación de la que fue celebrada en Montreal, en 2022, cuando se logró un acuerdo histórico –el equivalente al Acuerdo de París sobre cambio climático– para “detener e invertir” la pérdida de la biodiversidad.
Para la COP16, representantes del gobierno de casi 200 países, junto con científicos, grupos indígenas y activistas medioambientales, se reunieron en la ciudad sureña de Cali para acordar cómo poner en marcha el plan para proteger cada hábitat de la Tierra y a las personas que dependen de ellos.
A ellos se unieron delegados y observadores de poderosos grupos industriales que representan a empresas cuyas operaciones están acabando diariamente con el mundo natural. Entre ellos se encuentran CropLife International –un grupo comercial de pesticidas y biotecnología–, el gigante de insumos agrícolas Bunge, grandes petroleras y gaseras como ExxonMobil y Shell, gigantes farmacéuticos como GSK y la multinacional minera Anglo American (véase el mapa).
Algunos de estos grupos han hecho lobby en contra de las regulaciones que se establecen para proteger a la naturaleza. La industria agroquímica ayudó a que no siguieran adelante las reformas de la UE sobre la reducción de plaguicidas, destinadas a proteger las poblaciones de aves y abejas, que están disminuyendo rápidamente. Por su parte, los grandes comerciantes de soya y cereales no permitieron que se estableciera la normativa de la UE sobre deforestación.
Hay muchos puntos a discutir en las negociaciones de este año. Los grupos ecologistas y de defensa de los derechos piden que se establezca un acuerdo efectivo para regular y limitar la participación de sectores como el de la agricultura industrial, la principal responsable de la pérdida de biodiversidad en todo el mundo. Este enfoque prioriza la participación de los más afectados por la pérdida de biodiversidad –como los pueblos indígenas, y las comunidades locales y afrodescendientes–; y busca colocarlos en el asiento del conductor del vehículo de la conservación.
Un resultado diferente promovería que todo siga igual. En este escenario, la COP16 podría llegar a un acuerdo que favorezca los compromisos voluntarios de las empresas, haga hincapié en el uso de instrumentos financieros complejos y de alta tecnología para frenar la pérdida de naturaleza, con lo cual permitiría que las empresas farmacéuticas siguieran ganando miles de millones con el uso de los datos genéticos de la naturaleza de forma gratuita.
Aunque a menudo son percibidas como la hermana pequeña del proceso climático de más alto perfil que preside la ONU, las cumbres sobre biodiversidad se encontraban mejor protegidas de la influencia empresarial; sin embargo, algunos grupos ecologistas están preocupados porque esto está empezando a cambiar.
La presencia de la industria está en aumento
Las empresas han acudido en gran número a la COP16, al igual que hicieron en la última cumbre sobre biodiversidad de 2022. A diferencia de las cumbres sobre el clima, donde los logotipos y los lobistas de las empresas se pueden identificar, aquí pasan desapercibidos. Sin embargo, han encontrado de qué forma participar en las negociaciones.
El mapa de la participación empresarial en la COP16, elaborado por DeSmog, documenta la presencia de una serie de poderosas asociaciones industriales y multinacionales de los sectores agrícola, farmacéutico, financiero, minero y de combustibles fósiles.
Entre ellos se encuentran grupos comerciales mixtos como la Confederación Nacional de la Industria (CNI) de Brasil, que representa a los poderosos intereses de la industria agrícola brasileña. Esta ha manifestado explícitamente su intención de hacer lobby a favor de los intereses de sus miembros durante la COP16.
Algunas corporaciones individuales participan a través de estos grupos comerciales. Esta ha sido la vía de acceso a la cumbre para Suzano, una de las principales empresas de la industria de la pulpa y el papel que provoca la destrucción de bosques a gran escala.
Otras empresas, que también están presentes, pertenecen a sectores que causan graves daños a la naturaleza, como el gigante de los lácteos, Danone, y la empresa de fertilizantes Yara, junto con Rabobank, uno de los principales inversores de la agricultura industrial.
Tanto los bancos que financian la destrucción de la biodiversidad, como los que intentan monetizarla creando nuevos mercados de compensaciones, están presentes en la COP16. A ellos se suman las empresas que buscan oportunidades de negocio en estos mercados emergentes.
El mapa también muestra la participación de Business for Nature –una coalición conservacionista e industrial que anima al sector privado a alinearse con los objetivos para proteger la biodiversidad– y la iniciativa voluntaria Taskforce on Nature Related Disclosures (TNFD). Ambas tuvieron una presencia destacada en la cumbre.
“La participación de representantes empresariales en la COP16 puede ser una espada de dos filos”, afirmó Óscar Soria, director del grupo de reflexión Common Initiative. “Aunque su participación aporta un potencial importante de financiamiento e innovación, también conlleva riesgos”.
“Si se siguen dejando de lado las voces de los líderes indígenas, la sociedad civil y los expertos en biodiversidad”, declaró Soria, “existe el riesgo de que la integridad de los compromisos en materia de biodiversidad se vea comprometida por el lavado verde o por soluciones con ánimo de lucro que no abordan las causas sistémicas de la pérdida de biodiversidad. Corresponde al Estado de los distintos países aportar establecer un balance”.
La influencia de la industria en las negociaciones
En la segunda semana de la conferencia, las negociaciones que se encuentran sobre la mesa giran alrededor de los pagos por los datos genéticos de la naturaleza, la discusión sobre cómo medir los avances respecto a los objetivos de conservación y cómo colmar el enorme déficit de financiamiento para la restauración de la naturaleza, sin la cual los países más pobres no pueden actuar.
Antes de que los ministros nacionales llegaran a Colombia, se llevaron a cabo muchas actividades presididas por lobistas. La COP16 ha ofrecido a las empresas toda una serie de nuevas oportunidades para opinar sobre el texto de negociación, compartir sus puntos de vista y defender sus intereses en actos paralelos a la COP, recepciones y cenas.
Algunos representantes de distintas empresas asisten como “delegados” de algún país, lo que les permite acceder a las negociaciones desde un lugar privilegiado. Por ejemplo, se esperaba que las delegaciones de Suiza y Japón incluyeran representantes del sector farmacéutico, que constituye una parte importante de la economía de ambas naciones.
La Federación Internacional de Asociaciones de Fabricantes de Productos Farmacéuticos (IFPMA), uno de los principales grupos comerciales presentes en la COP16, se ha opuesto contundentemente a la propuesta de imponer un gravamen del 1% sobre los beneficios económicos obtenidos del acceso a la información genética, con el fin de canalizar los ingresos hacia las comunidades más afectadas por la protección de la naturaleza.
La rama del Keidanren –la principal voz empresarial de Japón,también presente en la COP de Cali– dedicada a la conservación, ha declarado explícitamente que cualquier contribución debe ser voluntaria.
En lo referente a la agricultura –la mayor causa de pérdida de biodiversidad en todo el mundo–, las empresas también han encontrado una causa común con los principales países productores. Los intereses de los grupos comerciales que aparecen en el mapa –como el Consejo Empresarial Brasileño para el Desarrollo Sostenible (CEBDES) y la Confederación Nacional de la Industria (CNI), junto con los grupos comerciales de fertilizantes y pesticidas– parecen coincidir con los de los principales países exportadores de carne, como Brasil y Argentina, quienes han pugnado por mantener a la producción industrial dentro de la negociación del acuerdo sobre biodiversidad.
Los observadores declaran que en la cumbre de 2022 en Montreal, estas potencias latinoamericanas de la industria de la carne forzaron la inclusión de la frase “intensificación sostenible” en el texto de negociaciones. El término cuenta con un fuerte apoyo de parte de los intereses agrarios, ya que sustenta la idea de que la agricultura industrial puede seguir creciendo y, a la vez, disminuir los daños al medio ambiente. La agroecología, un cambio más profundo y transformador, que propone una transición hacia una agricultura respetuosa con la naturaleza, se colocó en segundo lugar en el texto.
Con respecto a los acuerdos de la ONU, el diablo está en los detalles. En este caso, esos detalles son los borradores de texto entre corchetes, para indicar desacuerdos. Hasta el 24 de octubre de 2024, el grupo Carbon Brief había documentado 3.071 de estos corchetes en los documentos de negociaciones de la COP16.
Además de formar parte de las delegaciones de algunos países, la industria también asiste a la COP16 como parte de los grupos de observadores, lo cual la coloca codo a codo con los participantes de la sociedad civil. Los observadores pueden asistir a los “grupos de contacto”, un tipo de sesiones que se realizan para ayudar a que se llegue a un consenso cuando las negociaciones se encuentran estancadas.
Es en este escenario en el que la industria de los plaguicidas puede presionar para imponer su postura con respecto a los parámetros que se utilizarán para medir los avances hacia los objetivos de protección de la naturaleza. CropLife ha pedido que se establezcan “medidas de gestión de riesgos” más livianas para los productos agroquímicos, con la esperanza de eliminar las líneas del texto actual en las que se exige a los países informar sobre el volumen y la toxicidad de los pesticidas que utilizan.
El objetivo de los pesticidas estaba ante una amenaza real, según los observadores; sin embargo, muchos países han manifestado su intención de defenderlo.
En los dos años que median entre las cumbres, los grupos empresariales también se han unido a grupos de consulta conocidos como Grupos Tecnológicos Ad Hoc (Ahtegs), que están encargados de redactar documentos y orientaciones que servirán como base para las negociaciones posteriores.
En respuesta a una petición de comentarios (RFC), CropLife International declaró: “El sector privado tiene un papel y una responsabilidad cruciales en la aplicación del Convenio de la ONU sobre la Diversidad Biológica, pues debe trabajar para crear y aplicar soluciones agrícolas sostenibles que preserven la biodiversidad, mitiguen el impacto climático y proporcionen alimentos suficientes a quienes los necesitan”.
“Compensando” la destrucción de la naturaleza
Otra forma en que los grupos industriales están influyendo en las negociaciones de la COP16 es impulsando soluciones que favorecen a las empresas para salvar y restaurar la biodiversidad. El grupo de defensa del medio ambiente Amigos de la Tierra califica muchos de estos planteamientos como “falsas soluciones” que evitan abordar las causas que realmente provocan la destrucción de la naturaleza.
Uno de los temas más populares de la COP16 son las compensaciones o créditos para la biodiversidad, que Carbon Brief define como “un sistema para asignar un valor a un hábitat, planta o animal. Lo que significa que el crédito o unidad puede comprarse o venderse en cualquier otro lugar para ‘compensar’ el daño que se le está causando”.
La idea cuenta con el apoyo de muchas grandes organizaciones conservacionistas, que ven en los créditos para la biodiversidad una forma de recaudar fondos privados para comunidades con problemas de liquidez que intentan poner en marcha proyectos de conservación o restauración del medio ambiente.
“Es una narrativa convincente y la difunden por todas partes”, señaló un observador de la sociedad civil. “Es una forma de evitar la regulación”, pues permitirá a sectores, como el agroindustrial y el minero continuar con sus prácticas destructivas.
Sin embargo, las compensaciones no cuentan con un apoyo total. Algunas comunidades indígenas amazónicas han calificado a las empresas de compensación occidentales de “piratas del carbono”, mientras que una coalición de organizaciones de la sociedad civil en la que se encuentra Avaaz, Amigos de la Tierra y Greenpeace creen que “la promesa de restauración nunca debe utilizarse para permitir la destrucción”.
En Cali, el representante de los agricultores colombianos, Noraldo Díaz Ordóñez, desconfía totalmente, considera que las compensaciones pueden erosionar los derechos de las comunidades sobre la tierra. “Vienen con estas compensaciones para la biodiversidad. Por un lado destruyen con sus proyectos y luego ofrecen algún cambio muy pequeño, para limpiar su imagen, actuando como salvadores. Pero el compromiso tiene que ser que ellos reconozcan que la tierra nos pertenece a los campesinos, a los indígenas, no a la agricultura tóxica ni a las mineras”, declaró.
Las compensaciones, y las ideas que las acompañan, como “naturaleza neta positiva”, han sido mencionadas con frecuencia en la COP16. A ellas se suman los stands de diversas empresas que ofrecen el equipo necesario para “contar” a la naturaleza, como drones, macrodatos y tecnología por satélite.
También es importante mencionar que a la cumbre asistieron empresas consolidadas de compensación de carbono, como South Pole, que intervino en un acto paralelo en Cali y planea formar parte de la discusión sobre los créditos para la biodiversidad. Otra empresa que asistió a la reunión, Verra, fue objeto de una importante investigación que cuestiona la integridad de las compensaciones de carbono en 2023.
Oportunidades de negocio
Dado que el déficit de financiamiento de los esfuerzos mundiales de conservación se calcula en 700.000 millones de dólares anuales, los nuevos mercados y productos vinculados a la biodiversidad han captado la atención del sector bancario.
Bloomberg ha informado que varios bancos mundiales, como JP Morgan, han asistido por primera vez a la cumbre sobre biodiversidad. Las nuevas oportunidades de productos para los bancos incluyen la compra de deuda pública con “bonos verdes” para generar financiamientos que permitan a los países invertir en proyectos de conservación.
Las nuevas instituciones financieras también se sienten atraídas por la promesa de los productos financieros relacionados con la biodiversidad. Una empresa de capital privado llamada Landbanking Group, que se unió al gigante alimentario Nestlé en un acto paralelo, anunció abiertamente que su trabajo puede ayudar a “ampliar la licencia de explotación” de grandes proyectos industriales.
Sin embargo, algunos afirman que el financiamiento privado no será una solución mágica para colmar el déficit de financiamiento de la biodiversidad. Oscar Soria, de Common Initiative, pugna por redirigir los 500.000 millones de dólares de fondos públicos que sostienen a industrias destructivas como la de los combustibles fósiles y la agricultura industrial, tal y como se establece en el acuerdo que se adoptó en la COP15 de 2022.
“Reorientar los subsidios perjudiciales, especialmente los que alimentan la degradación ambiental, abonará directamente a evitar las verdaderas causas de la pérdida de biodiversidad”, afirmó. “Los países deberían seguir ese acuerdo si se toman en serio la protección de sus economías, pues la mitad de la economía mundial depende de la biodiversidad”.
Las narrativas de las corporaciones están al centro de todo
Los grupos industriales participaron activamente en paneles y eventos paralelos durante la COP16, tanto en la Zona Azul, limitada a los asistentes registrados y acreditados por la ONU, como en la Zona Verde, que es pública y estaba situada en el centro de Cali.
La Asociación Internacional de Conservación Ambiental de la Industria del Petróleo (IPIECA), cuyos miembros representan el 60% de la producción total de petróleo del mundo, ha llevado a un gran número de representantes de empresas de combustibles fósiles a las cumbres de la ONU sobre biodiversidad desde que comenzaron, en 1994.
En 2022, IPIECA llevó 33 delegados a la COP15, entre ellos se encontraban representantes de Shell, la petrolera nacional malaya Petronas y la empresa canadiense de extracción de arenas bituminosas SunCor. Aún no se sabe con exactitud cuántos delegados aportó esta asociación a la COP16.
En un acto organizado junto con IPIECA, en Cali, se presentaron proyectos a pequeña escala que las empresas petroleras han emprendido para proteger la biodiversidad en Colombia, Papúa Nueva Guinea y Canadá. Los ponentes representaban a ExxonMobil, Shell y Ecopetrol, la mayor empresa petrolera de Colombia.
Las concesiones petroleras, gasísticas y mineras suponen grandes amenazas tanto para la biodiversidad mundial y las tierras indígenas, como para el calentamiento global, dado que promueven la sequía y los incendios forestales. No hay duda de que son motores importantes de la maquinaria que causa la crisis de la biodiversidad. Sin embargo, ninguno de los dos temas se abordó durante el evento.
En otro punto de la agenda de la COP16, Nestlé –cuyas emisiones triplican las de Suiza, su país de origen– intervino en un acto paralelo en el que se presentaron diversos proyectos relacionados con la “agricultura regenerativa”, un término impreciso que las corporaciones han empezado a adoptar en sus planes públicos de sostenibilidad.
En estas prácticas reconocemos una táctica que las empresas llevan mucho tiempo utilizando en las cumbres sobre el clima: promocionan sus credenciales de sostenibilidad pero no reconocen los daños que causan sus prácticas corporativas.
“Se puede ver que la industria está aquí por todos estos eventos paralelos”, dijo Marciano Toledo de Silva, del Movimiento de Pequeños Productores de Brasil, señalando hacia los monitores del centro de conferencias que se desplazaban por el programa. “Vienen camuflados como fundaciones de todo tipo. La participación del sector privado en el sistema multilateral es un problema, es inaceptable”.
Bruna Campos, activista de petróleo y gas en el Centro para el Derecho Internacional Ambiental (CIEL), dijo que la presencia de corporaciones de combustibles fósiles en la COP16 era “extremadamente problemática” y estaba provocando que “sus intereses sean los que dominen la agenda”.
La cumbre, “se supone que tiene que ver con las personas y con hacer las paces con la naturaleza”, afirmó, “pero los negociadores están evitando reconocer el impacto del petróleo y el gas en los ecosistemas, la biodiversidad, los pueblos indígenas y las comunidades”.Melissa Lem, presidenta de la Asociación Canadiense de Médicos para el Medio Ambiente (ACME), compartió la opinión de Campos. “Históricamente son ellos los que obstaculizan el progreso en las negociaciones”, afirmó. “Incluso ahora estamos viendo cómo los combustibles fósiles dan marcha atrás en sus compromisos con las energías renovables. Han demostrado una y otra vez que su interés no es nuestra salud ni nuestro medio ambiente”.
La industria se enfoca en las iniciativas voluntarias
Los proyectos impulsados por la industria para que el sector privado se oriente hacia la protección de la naturaleza también han tenido presencia en Cali.
Entre ellos se encuentra el Grupo de Trabajo sobre Divulgaciones Financieras Relacionadas con la Naturaleza (TNFD), una de las iniciativas de información más influyentes, que surgió cuando los accionistas e inversores comenzaron a mostrar un creciente interés en la biodiversidad. Desde entonces y hasta ahora, se han adherido a la TNFD alrededor de 400 empresas.
Básicamente, el TNFD solo exige a las empresas que informen sobre los riesgos que la degradación de la naturaleza supone para su negocio, por ejemplo, el aumento del costo de las materias primas o la escasez de agua dulce. Los participantes que optan por informar más allá de esto, también aportan información sobre el impacto de sus operaciones en la naturaleza.
Aunque el TNFD ha sido ampliamente adoptado en el ámbito empresarial, los activistas afirman que este enfoque es insuficiente y han planteado una larga lista de preocupaciones sobre esta iniciativa.
Algunos activistas sostienen que, al permitir que las empresas extractivas presenten sus propios informes, el TNFD podría convertirse en otro vehículo para engañar al público y a los inversores sobre los abusos contra los derechos humanos y el medio ambiente causados por las operaciones de empresas mineras como Vale y Río Tinto, que han adoptado el marco del TNFD.
La Rainforest Action Network ha presentado una queja ante el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente por su apoyo a TNFD. “En todos mis años de activismo, nunca he oído a un indígena decir que lo que hace falta es un autoinforme corporativo”, declaró Shona Hawkes, de la RAN, durante una rueda de prensa. El grupo quiere que los derechos de los pueblos de los bosques se centren en los marcos obligatorios de presentación de informes, en lugar de en las preferencias que tienen las empresas.
Los activistas también han señalado que, a pesar de una serie de iniciativas de divulgación empresarial, el capital destinado a la destrucción de la biodiversidad sigue en aumento. Según un informe publicado a principios de octubre por la coalición ecologista Forests & Finance, en los últimos 18 meses se han destinado 77.000 millones de dólares a “sectores de riesgo forestal”.
En respuesta a una solicitud de comentarios, un representante de la TNFD declaró que la reciente denuncia de Rainforest Action Network es un buen ejemplo de cómo su sistema de divulgación podía utilizarse para exigir a las empresas que rindieran cuentas sobre sus impactos en el medio ambiente, al tiempo que reconocía que también eran necesarias medidas obligatorias más estrictas.
“Nosotros no revisamos, validamos ni certificamos los informes elaborados por las empresas”, dijo un portavoz. “La evaluación de la calidad y la exhaustividad de los informes de una organización corresponde a los inversores y otras partes interesadas”.
Business for Nature (BfN), otra influyente iniciativa para fomentar la participación del sector privado, también ha participado activamente en la COP16. Se trata de una coalición de grandes grupos conservacionistas, como WWF, Nature Conservancy y la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN), y socios empresariales como el Consejo Empresarial Mundial para el Desarrollo Sostenible (WBCSD), un grupo comercial centrado en el medio ambiente.
Muchas de las empresas del WBCSD han hecho lobby en contra de una mayor protección del medio ambiente a nivel nacional y regional.
Hasta el momento en el que se publica este artículo, no se sabe quién forma parte de la delegación del WBSCD en la COP16. Pero en 2022, el grupo llevó a más de cien delegados a la COP15, entre ellos representantes de la petrolera Shell, la multinacional alimentaria Cargill, la farmacéutica GSK y Drax, una empresa británica de bioenergía que ha recibido del gobierno miles de millones en subsidios verdes.
En una emisión de febrero, BBC Panorama vinculó a Drax con la destrucción de bosques primarios en Canadá. Drax negó las afirmaciones, argumentando que sus pellets de madera eran “sostenibles y se recolectaban legalmente”.
Un informe de 2022 de Amigos de la Tierra criticaba a algunos de los grupos que asisten a las cumbres de la ONU sobre biodiversidad, como Business for Nature y WBCSD, por confiar en soluciones y planes voluntarios en lugar de en normativas más estrictas para frenar de forma decisiva las prácticas empresariales destructivas.
En respuesta a una solicitud de comentarios, la Directora General de Business for Nature, Eva Zabey, se mostró de acuerdo en que “la acción voluntaria por sí sola no es suficiente” y pidió a los gobiernos que reforzaran los incentivos.
“Este año, en la COP16, más de 230 empresas líderes con unos ingresos combinados de 1,7 billones de dólares han firmado una declaración conjunta en la que piden una renovada ambición política sobre la naturaleza para acelerar la aplicación del Marco Mundial para la Biodiversidad”, declaró Zabey. “El hecho de que tantas grandes empresas apoyen públicamente una normativa medioambiental más estricta representa un cambio significativo con respecto a las posiciones históricas”.
En respuesta a una solicitud de comentarios, un portavoz del WBCSD dijo que el grupo “está en la COP16 apoyando la agenda de la naturaleza y las contribuciones empresariales al Marco Mundial de Biodiversidad”.
Añadieron que el WBCSD había “diseñado, junto con Business for Nature y otros socios, un conjunto de peticiones de políticas detalladas que muestran cómo el nivel de ambición que las empresas están solicitando podría ser implementado por los gobiernos”.
Se solicitó la opinión de la Secretaría del Convenio sobre la Diversidad Biológica.
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